¿Te has preguntado cómo afecta el envejecimiento a la “resiliencia biológica” de nuestro cuerpo? Descubre lo que revela un estudio de cómo algunos cambios críticos impactan en nuestra salud con el paso del tiempo.
La “resiliencia biológica” es un término que se utiliza para describir la capacidad de nuestro organismo para recuperarse del estrés y mantenerse en buen estado de salud. Sin embargo, esta capacidad se puede ver mermada con los años debido a factores como el envejecimiento, cambios en la actividad física, estrés laboral, crianza de los hijos y la menopausia.
Una investigación de la Universidad de Stanford ha brindado nuevos conocimientos sobre los momentos específicos que aceleran el envejecimiento de nuestra resiliencia. Identificaron dos etapas críticas alrededor de los 44 y 60 años, donde se evidencian cambios significativos en nuestro cuerpo.
Momentos críticos en el envejecimiento: ¿Qué dicen los expertos?
El equipo de investigadores de Stanford analizó miles de moléculas y microbiomas de personas de entre 25 y 75 años. Encontraron que el 81% de las moléculas estudiadas experimentan cambios notables en las etapas mencionadas, sugiriendo que el envejecimiento ocurre de manera drástica, no de forma continua.
El neurólogo y psiquiatra Enrique De Rosa Alabaster explicó que solemos ver el envejecimiento como un proceso constante, pero el estudio sugiere que sucede en etapas claras. Benjamin Missick, médico de familia, señaló que los cambios metabólicos se hacen evidentes entre los 30 y 40 años, cuando muchas personas observan un aumento en el colesterol y deben ajustar sus medicamentos.
El papel del estilo de vida en el envejecimiento
Michael Snyder, profesor de Genética en Stanford, destacó que a mediados de los 40 y principios de los 60 años se observan cambios drásticos, sin importar qué moléculas se analicen. En los 40 años, se detectaron alteraciones en el metabolismo del alcohol, la cafeína y la salud cardiovascular; mientras que a los 60, las fluctuaciones estaban más relacionadas con la regulación inmune y el metabolismo de los carbohidratos.
Snyder menciona que algunos de estos cambios podrían estar vinculados al estilo de vida, como el incremento en el consumo de alcohol. De Rosa Alabaster añade que a los 40 años la gente todavía se siente inmunizada contra enfermedades, lo que podría conllevar a un mayor consumo de alcohol por presiones sociales o laborales.
A medida que envejecemos, la masa muscular tiende a reducirse mientras aumenta la masa grasa. La doctora Sarah Nosal advierte que esta pérdida de masa muscular, que puede variar entre el 3% y el 8% por década después de los 30 años, se acelera tras los 60, incrementando el riesgo de caídas y lesiones.
Para mejorar la resiliencia biológica al envejecer, los expertos recomiendan mantener hábitos saludables, como una buena alimentación, ejercicio constante y técnicas para reducir el estrés. El profesor Snyder resalta la importancia del entrenamiento de fuerza para combatir la pérdida de masa muscular.
El médico Gabriel Ércoli sostiene que la medicina preventiva es fundamental a partir de los 40. El ejercicio regular puede mejorar la función mitocondrial y reducir la inflamación, y posiblemente retrasar el envejecimiento biológico.
Finalmente, la gestión del estrés, un buen descanso y la disminución en el consumo de alcohol y tabaco son esenciales para mitigar el impacto del tiempo. Las intervenciones médicas personalizadas basadas en biomarcadores pueden ofrecer soluciones específicas para prolongar la salud durante el envejecimiento. La profesora de psiquiatría Elissa Epel sugiere que la exposición a factores estresantes de baja intensidad, como el ejercicio físico, puede ayudar al organismo a recuperarse más eficazmente de situaciones de estrés. La doctora Heather Whitson concluye que cuanto más saludable esté una persona antes de enfrentar un factor estresante, mayores serán sus posibilidades de recuperarse bien.
“El envejecimiento no es una enfermedad, es un arte”, afirmaba el ilustre Salvador Dalí, y este arte parece tener sus momentos críticos según la reciente investigación de la Universidad de Stanford. Los hallazgos sobre la resiliencia biológica y los periodos de cambios bruscos en el envejecimiento nos invitan a reflexionar sobre cómo vivimos y cómo podemos influir en nuestro propio proceso de envejecimiento.
La ciencia nos ofrece una ventana a los momentos críticos del envejecimiento, cerca de los 44 y los 60 años, revelando que este proceso es más una serie de olas que una línea recta. Estos picos de alteración no solo nos desafían a revisar nuestros hábitos de vida, sino también a considerar cómo la medicina preventiva y las intervenciones personalizadas pueden ayudarnos a navegar mejor estas aguas.
En este contexto, la importancia de mantener una buena alimentación, realizar ejercicio regularmente y gestionar el estrés cobra aún más relevancia. La idea de que podemos influir en nuestro envejecimiento, retrasando o atenuando estos cambios mediante decisiones conscientes en nuestro estilo de vida, es tanto un desafío como una oportunidad.
Así, la investigación no solo nos alerta sobre los cambios metabólicos y la pérdida de masa muscular asociados al envejecimiento, sino que también nos alienta a adoptar un papel activo en el cuidado de nuestra salud a largo plazo. El arte de envejecer bien, entonces, podría estar en nuestras manos más de lo que imaginamos.